Leonora Carrington y su fascinación por los gatos: guardianes de un mundo mágico

Leonora Carrington, la renombrada artista y escritora surrealista, tenía una conexión especial con los animales, especialmente con los gatos. Estos felinos no solo eran parte de su vida diaria, sino que también se convirtieron en símbolos recurrentes en su obra, representando el vínculo entre lo real y lo místico.

Leonora creía que para entrar en su mundo de sueños y magia, era necesario obtener la aprobación de los gatos, seres que, según ella, poseían poderes y funcionaban como guardianes de puertas hacia otros mundos.

Los gatos como símbolo de misterio y poder

Leonora veía a los gatos como entidades mágicas, capaces de proteger y guiar al alma hacia lo desconocido. En su universo, los ojos de los animales eran portales a otras realidades, y los gatos, en particular, tenían la capacidad de decidir quién podía acceder a esos reinos místicos.

Esta visión se reflejaba en sus obras, donde los gatos aparecen como figuras enigmáticas y poderosas, muchas veces situadas en escenas surrealistas que combinan lo doméstico con lo onírico.

Fotografía de Leonora Carrington en su estudio con no de sus gatos

Obras con figuras felinas

En las pinturas y escritos de Leonora Carrington, los gatos son más que simples elementos decorativos; son protagonistas y símbolos de un mundo paralelo. En obras como “Dos Gatos”, “Gatos”, “Crookhey Hall”, “Transferencia”, “El gato de la noche”,  “La artista viaja de incógnito” o “Gorro caliente para esquiar”; los felinos aparecen como guías y protectores.

En estas creaciones, los gatos representan el acceso al conocimiento esotérico y la conexión con lo sobrenatural, sirviendo como un vínculo entre lo humano y lo divino.

Detalle de la pintura Crookhey Hall de Leonora Carrington
Detalle de la pintura «Crookhey Hall» donde aparece una figura felina

Los gatos y el autorretrato

Leonora también incluyó la figura de los gatos en sus autorretratos, usándolos para simbolizar su propia esencia y su identificación con lo místico y lo oculto. Estos autorretratos no solo capturan su fascinación por los felinos, sino que también destacan la importancia que les daba como figuras de poder y guardianes de secretos.

La presencia de los gatos en estas obras refuerza la idea de Carrington de que la creatividad y el arte eran puertas a mundos alternativos, a los que solo se podía acceder con el permiso de estos seres enigmáticos.

Los gatos como reflejo de la libertad y la independencia

Los gatos no solo simbolizaban lo místico, también representaban el espíritu independiente de la artista. Al igual que estos animales, Leonora era conocida por su carácter libre y su resistencia a ser controlada. Esta afinidad natural con los gatos reflejaba su propia vida y su rechazo a las normas convencionales de la sociedad y del arte.

Foto de la escultura El gato de la noche

La influencia de los felinos en su literatura

En los cuentos y relatos de Leonora, los gatos no solo aparecen como personajes, sino que muchas veces tienen roles activos en la trama, ayudando a los protagonistas a navegar por mundos fantásticos o desafiando las leyes de la realidad. Estas historias refuerzan la creencia de la artista en el poder de los gatos como guardianes de la espiritualidad y la creatividad.

Para Leonora Carrington, los gatos eran mucho más que compañeros; eran custodios de secretos y guías hacia lo desconocido. Su presencia en su arte y su vida simbolizaba un acceso a lo oculto, una puerta hacia otros mundos que solo se podía cruzar si el guardián felino así lo permitía. Esta visión enriqueció su obra y dejó un legado en el que los gatos siguen siendo símbolo de misterio, poder y conexión con lo mágico.

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