Ubicada en una habitación de intenso color rojo, la composición destaca por un gran huevo cósmico flotando sobre una mesa, del cual emerge una rosa blanca, simbolizando la creación y el principio femenino esencial para la transformación. La obra abunda en referencias alquímicas, con el huevo conectado a un alambique, un instrumento de destilación. La rosa blanca, en particular, es un símbolo alquímico del principio femenino, fundamental para el inicio de la transmutación. Detalles como las manos negras bajo la mesa. Esta litografía encapsula el profundo interés de Carrington en el surrealismo, la mitología y las tradiciones esotéricas.